Duelo y Animales

Como enfrentar cuando se va un amigo

Es inevitable sentirnos apenados y tristes cuando fallece alguien cercano, al que queremos, de la familia, como por ejemplo nuestro compañero no humano. Es imprescindible afrontar su pérdida y realizar el duelo de la mejor manera posible, para que este trágico momento no repercuta de una manera negativa nuestras vidas. Siendo adultos es una tarea complicada, pues aún es más complejo cuando se está en la infancia.

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Es importante, que los adultos cuidemos y acompañemos este proceso con los peques de la casa.

Debemos tratar la situación de una manera normalizada, como algo natural, tanto el fallecimiento como las emociones que nos provocan. Explicarles e informarles en cada momento de la situación que atraviesa nuestro amigo, utilizando un lenguaje adecuado y adaptado, y experimentar y expresar todas aquellas emociones que vayamos sintiendo, sacarlas a la luz y hablar sobre ellas; es la clave de la superación.

Los adultos, debemos facilitar la superación del proceso de duelo. Por ejemplo, podemos plantear a los peques que donen los juguetes de su amigo a protectoras, santuarios u otros animales cercanos a nosotros/as, explicando que esta acción contribuirá a la felicidad de otros animales. Otra alternativa podría ser donar la cantidad de dinero que se gastaba en comida, veterinarios, juguetes, etc. a alguna asociación o apadrinar un animal que se encuentre en situación de desamparo, fuera del cariño que le proporciona un hogar como el que ha tenido nuestro amigo.

Sin embargo, la solución a la que optan la mayoría de las familias es la de traer otro compañero al hogar, “sustituyendo” o “reemplazando” el vacío que ha dejado nuestro ser querido. Ésta última provoca en muchas ocasiones un debate bastante controvertido ya que, desde el punto de vista pedagógico, se debe afrontar y finalizar el duelo antes de incorporar otro animal en el hogar por dos motivos:

  • El primero es el rechazo que éste pueda provocar en el/la niño/a, argumentando que no habrá otro ser vivo que ocupe el mismo puesto que el anterior. Si se da esta situación deberemos actuar con comprensividad, exponiendo que ese lugar no lo podrá reemplazar nadie y que nuestro objetivo es darle un hogar a otro animal que no ha tenido oportunidad de ser feliz.
  • El segundo es la evasión de los sentimientos y de las circunstancias a las que llevan la muerte de un animal, ocultándolas y haciéndolas desaparecer de forma inmediata. Con esto se corre el riesgo de caer en un bucle emocional al que siempre se daría respuesta con la sustitución constante de animales, generando ideas, opiniones y actitudes idénticas en todos los casos de duelo.

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Ésta última alternativa no es nada recomendable por los especialistas y profesionales ya que la persona debe asumir las consecuencias de la pérdida y debe crear nuevas costumbres que le ayuden poco a poco a superar la situación en la que se encuentra.

El duelo es necesario, todos/as tenemos que pasar por él y por las diferentes fases ligadas al mismo. Para poder identificarlas existen diferentes clasificaciones, pero en este caso haremos referencia al modelo Kübler-Ross, que establece cinco etapas:

  1. La negación: es la primera etapa del duelo y consiste principalmente en el rechazo de la pérdida. No somos capaces de asumir que se ha ido, y nos aferramos a la incredulidad de la situación por la que estamos atravesando.
  2. El enfado: Éste se produce con uno mismo o con los demás. Normalmente viene ligado al sentimiento de culpa personal o culpa hacia los factores externos que no podemos evitar, acompañado de ira, rabia y coraje.
  3. La negociación: Es una etapa muy compleja en la que se buscan errores, situaciones diversas y alternativas que pudiésemos haber dado a la situación de nuestro animal, analizando el pasado y cuestionando nuestras acciones. Con ello llegamos a algún tipo de trato o pacto por el que cambiamos la perspectiva que teníamos al principio, ya sea negativa o positivamente.
  4. La depresión: El sentimiento de culpabilidad también está muy presente en esta etapa pero lo reflejamos llorando, mostrando miedo o sintiéndonos angustiados por la pérdida. Tras mostrar estos sentimientos comienza una visión diferente, una visión de continuidad con la vida y superación de la muerte.
  5. La aceptación: Tras haber superado todas las fases nos sentimos preparados para aceptar la pérdida, siendo conscientes de que nunca volverá y del recuerdo que nos ha dejado. Empiezas a recordar los buenos momentos y dejas a un lado los sentimientos negativos con los que vivías al principio. Él no está, pero el recuerdo permanece.

Los/as niños/as son especialmente sensibles con las situaciones de duelo, por ello deberemos evitar en la medida de lo posible construir altares y sustituir la figura desaparecida por otra nueva. Si las recomendaciones no funcionan y nuestro/a hijo/a o alumno/a no es capaz de superar el dolor, es recomendable acudir a un especialista para ayudarle a construir de nuevo su perspectiva, evitando futuras alteraciones psicológicas que puedan perjudicarle en su desarrollo.

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2 comentarios

  1. Felicitaciones por el planteamiento,esperemos que esto pueda ser considerado por muchos padres y en general adultos,pues son en este tipo de situaciones en donde se van consolidando los mecanismos de defensa y solución en nuestro proceso de sujetos sociales. Sí bien el apego que muchas personas generan hoy día no se debe a la pérdida de una mascota,si está relacionada al punto que se comentan con el reemplazo,reemplazamos para olvidar o para no querer sentir ese sentimiento displacentero y al no dejarlo salir se va acumulando hasta el punto autodestructivo. En muchas ocasiones se llega a detonar cuando se tiene una pareja y deciden o no tomar terapia de pareja para aprender a manejarlo o para apoyar a la persona que en su momento no permitió desarrollar otros mecanismos de solución.

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