Santuarios de animales en las aulas. Reflexiones de una maestra de educación infantil.

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Durante este curso escolar hemos trabajado en mi clase de niños/as de 5 años la unidad didáctica de los animales. El título es “Respeto a los animales”. Mi aula suele enfocar este tema de modo diferente a como se suele plantear en otras. Porque mis alumnos no ven a los animales de igual forma. No se trata de adoctrinamiento, se trata de sentimiento.

Ver cada semana en nuestra clase fotos y vídeos del santuario de El Hogar ProVegan, en los que podemos observar a sus habitantes felices: Angelines, Can, Comino, Leonardo, Félix y otros tantos; hace que surja este cariño por estos seres tan cercanos a nosotros en nuestro transcurrir cotidiano, aunque lejanos físicamente. Los conocemos desde que estábamos en el curso anterior. Como para no saber sus andanzas.

Cada semana o cada quince días tenemos el momento del santuario. Yo llevo recopiladas algunas novedades que he sacado de Facebook. Los niños suelen preguntar más a menudo, pero dejo ese tiempo para crear intriga y mientras, charlar sobre cómo estarán tal o cual. Es muy interesante escuchar sus opiniones y predicciones de qué estará haciendo Félix con sus prótesis, si los patitos se mojan (aquí ha llovido y ellos se plantearon eso porque hablamos de las plumas y su impermeabilización) o si Gota se les come el desayuno.

Hay dos niñas que tienen el mismo nombre que dos habitantes. Eso les causa mucha gracia también. Todo esto provoca que los vean como a alguien con vida propia, que desayuna, que sale a jugar al parque, que se pone enfermito, que es viejito como el abuelo (uno dijo: “Lo de Can debe ser la tensión, como mi abuelito”).

La idea de hacer nuestro propio refugio surgió porque en cada unidad hacemos una especie de diorama sobre el tema. De cajón haríamos nuestro mini santuario de animales.

Se debatió como hacerlo y qué añadir. La montaña (añadimos las plantitas del tema anterior, que aún estaban verdes) Las casitas no podían faltar, son algo que desde el principio les encantó. Son como de cuento, mágicas. Piñitas recogidas en el patio. Y los distintos habitantes, claro.

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En principio los dibujarían ellos. Nos repartimos quién hacía a cada uno y se pusieron manos a la obra. Cuando los vimos en común, se dieron cuenta de que una gallina era más grande que una vaca, que la oca de Ismael no se reconocía, según ellos, y así otras cosas, como que José Juan no le puso el número correcto de patas a una paloma. Estamos trabajando las proporciones y tamaños, y como mejorar nuestros trabajos, así que no había explicación a estas diferencias. Porque en sí, el resultado “de adulto” no suele ser importante.

 

Yo entonces les propuse fotocopiar en cartulina unas láminas. Los dibujos de los animales fueron sacados de internet, en concreto los utilizados son de ARASAAC, del gobierno de Aragón que cede su uso si es con fines educativos, y si se menciona su origen.

Pero los chicos, dependiendo de su edad, pueden dibujarlos, o se pueden descargar e imprimir fotos de los de verdad si se desea.

Se pueden añadir detalles y conversar sobre cada animal, cada circunstancia de su vida y cómo ha cambiado, para bien, su existencia.

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La idea de ellos, tras ubicar a los habitantes, era añadir a los voluntarios, “porque los animales necesitan que los cuiden y los mimen”.  Así, esta vez tomamos una medida adaptada en un papel y los diseñaron. Es muy interesante escuchar sus ideas. En este caso daban mucha importancia a cepillarlos, puesto que ya había comida y bebida. Casi todos los voluntarios acababan con un cepillo dibujado en la mano. También repartían caricias, curas y barrían. Otros llevaban agua. Uno, rescataba un pájaro en la montaña. No menos interesante fue el bosquejo que hicieron de un voluntario con un coche y algo en la mano. Explicó que era para ir al banco a sacar dinero para comprarles comida y lo que necesitaran. Lo que se intuía en la mano eran unas monedas. ¿No son increíbles?

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La elaboración del pequeño santuario dio pie a muchas situaciones en las que ponerse en lugar del otro y sentir amor hacia ellos. Verlos como seres que tienen una vida propia y quieren vivirla, sus preferencias y vivencias…

Cuando creíamos que estaba bastante completo vimos que cada día surgía algo que faltaba: No había peces en el estanque. Félix no llevaba sus prótesis (se hizo un retoque). Y así tantas observaciones que hacer.

Educar en estos valores les ayudará a ser mejores personas. La justicia se cimentará en ellos. Porque desde ahora ven más allá, ven sus miradas y sus vidas de otra manera. Y no solo a los animales, con cualquier ser hay que ser atento y considerado, eso les queda claro. Y yo espero que sigan pensando así, con esa actitud ante la vida.

Como maestra tengo clarísimo que es la educación y encasillamiento que luego nos da la sociedad lo que hace que cambiemos de idea. De pequeños lo tenemos todo tan claro… Permitamos que se expresen, reflexionen e investiguen.

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2 comentarios

  1. Me has dejado impresionada. Soy animalista y tengo una hermana maestra de infantil en Baleares. Le acabo de enviar tu precioso artículo para mostrarle la de cosas maravillosas que se pueden hacer en el aula para educar a los niños en el respeto hacia los animales. Que suerte tienen tus alumnos de tenerte de maestra. Enhorabuena por tu generosidad y por lo creativa que eres. Un abrazo y muchísimas gracias por compartir tu experiencia. Creo que difundiéndola podemos ayudar a otros niños de otras escuelas quizás……………….

    • Muchas gracias por tus palabras Sonia!!! Trabajando y compartiendo entre todos podemos hacer mucho por los animales sin duda. Un fuerte abrazo.

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