En nuestro colegio dedicamos algunas sesiones especiales a cuenta cuentos, reuniendo a todos los peques de educación infantil para ello. Cada vez, una compañera se prepara uno y lo desarrollamos entre todas.
Esta vez narramos “Elmer”, de David Mckee. Ese elefantito distinto. En nuestro patio hay uno dibujado. Representa la diversidad respetada.
Elmer quiso ser como los demás, porque ser diferente no es valorado como algo positivo y él mismo pensó que el resto se reía de él, no con él porque fuera simpático. Pero ser distinto puede ser divertido. Valorar las diferencias nos ayuda a conocer otras formas de ser, a respetar, saber convivir y a comprender mejor a los que nos rodean.
Incluso dentro de los elefantes grises había diferencias: ser bajo, delgado, con ojos pequeños… pero el color los igualaba. Y estas similitudes se suelen adoptar como la norma de integración en un grupo, excluyendo a otros.
Los niños y niñas vieron también que aunque todos nos parecemos cada uno tiene su propia manera de ser. Y que eso es bueno. Los compañeros y las compañeras dijeron algo en lo que sus amigos son buenos: Daniella dibuja muy bien, a Diego se le da estupendamente el fútbol, Derek es un compañero muy amable y solidario…
La narración se hizo con dibujos plastificados sobre un panel. Luego fotocopiamos varios Elmer en blanco y cada clase lo pintó, rellenó con papel seda, puso pegatinas, etc.
En el calendario hay días especiales dedicados a seres diferentes. Lo bueno será cuando no exista la necesidad de tener que “celebrar” esa jornada.
Unas jornadas después de trabajar este cuento les conté “Rosa caramelo”, de Adela Turin. También sobre la igualdad, de derechos en este caso, de las diferencias por razón de género. Las elefantitas no podían hacer lo mismo que los chicos, y una de ellas se rebeló. Muchas niñas siguen teniendo ropas rosa, mochilas, adornos rosas… pero lo peor es que se sigue con juguetes sexistas, actitudes discriminatorias y cuentos en que un príncipe viene a rescatarlas.