Exponer animales. El circo en la escuela.

Hace años no era vegana. Y siento decir que transmitía a mis alumnas y mis alumnos ideas que ahora veo con toda claridad que eran equivocadas.

En aquellos años en los colegios era muy típico traerlos cuando se trabajaba el tema de los animales.

Podían traer alguna “mascota” y tenerla toda la mañana en el aula, expuestas al ruido y bullicio de los pequeños, al estrés del traslado y encierro, a algún toque ya que las niñas y los niños metían los dedos en las jaulitas aunque no les dejáramos. Total para verlos ese día desde la distancia. Sin intentar comprenderlos.

Recuerdo que algo en mí me decía que aquello no estaba bien porque solía ponerlos en una sala donde no había niños casi todo el tiempo, que no dejaba que los tocaran y pedía trajeran agua y comida y que las jaulas o peceras fueran cómodas. Hoy eso sería el bienestarismo en cierto modo.

Lo hacíamos para que tomaran conciencia de que había que quererlos, que cuidarlos que tratarlos con cuidado. La intención era buena pero el desarrollo no. Además, luego se hablaba de “los productos que NOS DAN los animales”. Sin dar pena, sin tenerlos en cuenta como seres sintientes.

Con el tiempo me doy cuenta de que aquello era una locura para aquellos pobres seres.

Me siento culpable por ello. Pero ¿no por ello me debo quedar paralizada no? Al contrario. Hay que seguir ayudando a que se visibilice el tema. Aunque cueste, aunque canse.

Hoy en día ya no se organizan estas exposiciones en mi cole. Los compañeros y compañeras saben que es esta una actividad que no se debe hacer en los centros escolares. También la sensibilidad hacia los animales ha ido en aumento en toda la
comunidad escolar. Las familias conocen más sobre el maltrato animal, sobre los circos con animales y sus alternativas y sobre los abandonos de “animales de compañía”. Pero sigue habiendo gusanos de seda o algún hámster, ocasionalmente, en según qué aulas.

Aunque llegar al veganismo será un camino largo, hay maestras y maestros comprometidos que intentamos educar en la realidad y la empatía.

Lo de ver a todos los animales como iguales, sin separar a los que sobreviven en granjas y “se comen” es muy complicado. También que los papis no sucumban a llevar a sus hijos a zoos, delfinarios, acuarios o circos. Pero los pequeños tienen una visión particular, y ya muchos exponen lo que su mirada crítica les dice. Que los animales son merecedores de nuestro respeto.

Yo siempre digo que las niñas y los niños miran mucho al suelo por estar cerca de él (así encuentran enseguida bichitos), y también al cielo, porque cuando hablan con un adulto miran hacia arriba y nuestro fondo es el cielo, los árboles. ¿Cómo no van a
sonreír tanto?

Los animales les quedan casi a la altura de sus caras. Los grandes les parecen más enormes aún.

Si alguno tiene miedo suele ser inculcado. Y desde luego el “no los toques que están sucios, te pondrás enferma o enfermo” y demás, no ayuda.

Ser un ejemplo es básico. Y hoy, intento por todos los medios que comprendan los sentimientos de los animales y su igualdad. A través de la ternura y de la crítica razonada, que una cosas no quita la otra. En eso ando. Un abrazo a los compis que pasan o pasarán por lo mismo. Todo es empezar. ¡Ánimooo!

Ana Martín Domínguez.
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