Esta semana queremos hacer una reflexión sobre el trabajo realizado por los/as compañeros/as de “ochodoscuatro ediciones” que tuvieron la iniciativa de sacar a las calles las páginas de su libro “¿Qué hay en mi nevera?”, el cual podéis descargar en https://ochodoscuatroediciones.org/catalogo/
El texto tiene el objetivo de acercar a los/as más pequeños/as una alternativa de vida diferente, basada en el respeto y en el apoyo entre las diversas especies. Estos recursos educativos son imprescindibles para romper con el discurso hegemónico basado en la promoción de una sola dieta, supuestamente sana y equilibrada, basada entre otros, en la ingesta de productos de origen animal. Este discurso tan extendido mantiene la creencia popular de que una dieta sin productos animales es una dieta deficitaria, y por tanto peligrosa para nuestra salud. Pero lo cierto es que se puede mantener una dieta perfectamente sana sin estar basada en la explotación animal. Pero estas alternativas no se difunden, no se estudian y no se enseñan.
Esta iniciativa facilita una herramienta y una alternativa altamente nutritiva para los/as niños/as. Permite proporcionar imágenes que subvierten la realidad de nuestro día a día. Imágenes basadas en conceptos positivos sobre los animales no humanos, tratándoles como sujetos y no como objetos, y que nos ayudan a acercarnos a ellos/as. Y es que, no nos damos cuenta de todos los estímulos cotidianos que mantienen la ideología especista.
La infancia es una etapa de desarrollo en la que se absorben todos los estímulos de nuestro alrededor para construir nuestra propia identidad. De esta manera, los/as adultos/as asumimos como deber, proteger a estas personitas para mantenerles ignorantes de la realidad de nuestro mundo. Impedimos que vean en las noticias imágenes violentas de guerra y de pobreza extrema. Entendemos que puede herir sus sensibilidades. Pero día a día vemos en nuestras calles referencias especistas crueles y no nos planteamos que esto pueda provocarles ningún perjuicio; y es que para nosotros/as, es lo más normal del mundo. Anuncios televisivos sobre productos de origen animal, publicidad en los comercios, cuerpos en los escaparates de las carnicerías, pescaderías y supermercados, los llamados “trofeos de caza” colgados en los bares o incluso, en nuestros propios hogares, y un sinfín de ejemplos que podemos observar si miramos de manera activa las calles de nuestros barrios. Con toda normalidad pasamos nuestro día rodeados/as de escenas atroces que asumimos con total naturalidad. Es llamativo que los/as propios/as niños/as en muchas ocasiones advierten de no querer ver tales imágenes y que por ejemplo, prefieran no pasar por esas secciones en el supermercado. Lejos de cuestionarnos la realidad que existe detrás de estas imágenes, entendemos que pueda ser duro, y lo justificamos asumiendo que aún son inocentes. La infancia nos muestra la verdadera sensibilidad que poseemos, sensibilidad que vamos moldeando hasta normalizar lo más inesperado. Asumimos que el proceso de maduración de las personas pasa por hacerse insensible hacia este tipo de experiencias y hacer cotidianas realidades crueles.
Consideramos que apoyar y difundir estas iniciativas es imprescindible para cambiar esta tendencia de normalización de la violencia. Y debemos empezar a cuestionar lo que nos rodea. La información es una herramienta de empoderamiento de la población que proporciona alas para decidir sobre nuestras propias vidas. La educación es capaz de liberarnos de las ataduras de los sistemas de explotación, solamente hay que difundirla. Elijamos qué educación queremos transmitir y qué tipo de valores queremos en nuestras relaciones, no nos conformemos con los discursos populares promovidos por intereses económicos o institucionales que buscan sus propios intereses, y elijamos una educación crítica de empoderamiento. Empecemos a cuestionar nuestra realidad y enseñemos a las generaciones futuras a ser críticos/as con lo que les rodea.
Resulta insólito que en la era tecnológica -espacial se siga actuando de manera tan primitiva, con el SACRIFICIO de animales para la alimentación. ..Quizás en un futuro,espero, no muy lejano,se sinteticen los nutrientes en laboratorios para erradicar la hambruna a nivel planetario que surgiría de la «implementacion»a nivel global de la filosofía VEGANA. De momeno. ..es una bella utopía!
Ojalá se cumpla pronto la utopía.
Un abrazo, Departamento de Eduación.