La mascota de clase

Cada comienzo de curso las tutoras de Educación Infantil escogemos un muñeco que servirá de “mascota”. Hace años que en estas edades prolifera esta actividad.

 

Se les llama mascotas aunque sea un muñeco de un niño o una niña el destinado a ser amigo-a y referente de cada aula.

 

Los peques lo llevan a casa los fines de semana, escriben sus andanzas en El libro viajero, se sacan fotos con ella… Todos desean tenerlo en sus hogares, presentarla a los abuelos y primos. Ir al parque o al super con su nueva amistad.

 

Normalmente se busca un diseño vistoso y si es posible que de opciones para practicar al vestirlos: que tenga cremalleras, botones, lazos.

 

El curso pasado ocurrió que a una compañera le encantó un muñeco de un perro. Tenía mucho color, una carita encantadora.

 

Yo lo vi y le pregunté si creía que era adecuado. Ella no vio nada malo. Yo si. El can iba vestido de pescador.

 

Llevaba una caña y un pez en su extremo. Un pez sonriente. Hasta un gusano en el sombrero, destinado a ser cebo. Ella seguía diciendo que no le parecía mal. Que le gustaba.

 

Se me ocurrió plantearle que si tuviera una escopeta y un conejo muerto se lo llevaría. Ahí dudó y dijo no es lo mismo.

 

Realmente los peces no tienen ni categoría de víctimas.

 

Lo compró. Yo seguía dándole vueltas y le dije si estaría dispuesta a descoser la caña, y dijo: Si puedes, no me importa. Dado que ella no plantearía ninguna cuestión en su clase, del tipo creemos que eso es bueno o no y por qué… me propuse al menos no perpetuar que el pescador fuera alguien amigo.

 

Muchas veces no puedes plantear la ética de lo que enseñamos entre los maestros. Ella no ve mal que se les de un ejemplo de alguien que lleva un animal muerto y lo ame como amigo. Y es verdad que muchas veces no nos cuestionamos los ejemplos que ponemos, normalizando estas cosas.

 

Solo ahora que lo veo de otra manera, cuando me cruzo, casi a diario, con temas de este tipo, me paro a reflexionar.

 

La caña fue retirada. Pero me duele que ni siquiera se realice un acto tan simple como descoser unos hilos. Hay compañeras más sensibles que ya van notando que hay cosas que se pueden cambiar, y ya me dicen ay, esto tiene tal o cual cosa sobre los animales, y lo tienen en cuenta, pero también, como en todos los ámbitos, las hay que no ven necesario plantear siquiera estas cuestiones en clase.

 

Si ponemos mucho cuidado en otros temas como el sexismo en los juguetes y materiales o la violencia, también se puede poner en el tema animal.

 

Mi mascota este año escolar es un binomio entre oso polar y “lobo”. Es reversible. Los nombres que escogieron son Blanquita (Dijeron que era una osa) y Grisi (ya puestos con los colores)

 

Dos animales en peligro de extinción. Y además, son de color blanco, gris y negro. Lo cual en un mundo de saturación de colores no viene mal. No somos racistas y los adoramos.

 

Sí diré que me reconforta que hay compañeras que me dicen tienes razón, presentamos modelos inadecuados, y ya van viendo cosas. Yo no los veía hace años tampoco, a qué negarlo.

 

Realmente muchas veces seguimos caminos que ya están trazados. Y la educación debe plantear cuestiones. Preguntas. Inconformismo con lo que se nos da y ver si eso es bueno o no.

 

Queda camino pero todo es empezar. Sin darnos cuenta otros van viendo lo que antes era invisible. Y cada granito cuenta.

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